Las recientes elecciones federales en Alemania han evidenciado un cambio significativo en el panorama político del país. La Unión Demócrata Cristiana (CDU), liderada por Friedrich Merz, obtuvo la mayoría de los votos con un 28,5%, lo que le posiciona para asumir la cancillería. Sin embargo, el ascenso notable del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que alcanzó un histórico 20,9% de los votos, y la caída del Partido Socialdemócrata (SPD) al 16,4%, su peor resultado desde 1887, reflejan un desgaste de los partidos tradicionales y un fortalecimiento de los extremos políticos.
La CDU, a pesar de su victoria, enfrenta el desafío de formar una coalición de gobierno. Merz ha descartado cualquier alianza con la AfD debido a diferencias ideológicas fundamentales. Por lo tanto, las negociaciones se centran en una posible coalición con el SPD, a pesar de su debilitada posición. Esta alianza buscaría proporcionar estabilidad política en medio de un escenario marcado por crisis económicas y el resurgimiento de la ultraderecha.
El ascenso de la AfD, que ha duplicado su apoyo en comparación con las elecciones anteriores, se atribuye en parte a la percepción de una gestión económica deficiente por parte del gobierno saliente y a un desencanto generalizado con los partidos tradicionales. Este fenómeno refleja una tendencia más amplia en Europa, donde los partidos de extrema derecha están ganando terreno al capitalizar el descontento popular.
La participación electoral fue la más alta desde la reunificación alemana, lo que indica un creciente interés y polarización en el electorado. La formación de un gobierno estable es ahora una prioridad para abordar los desafíos internos y mantener la cohesión en la política europea.
Para más detalles sobre este análisis, puede consultar el artículo original en La Tercera.