
La administración estadounidense confirmó este lunes un paquete de aranceles que supera el 50% en sectores clave como vehículos eléctricos, acero y productos farmacéuticos, como parte de su «Plan de Independencia Económica 2025». Estos impuestos a las importaciones, diseñados para proteger industrias nacionales, han desatado debates globales sobre proteccionismo, inflación y el futuro de las cadenas de suministro. Pero ¿cómo operan realmente los aranceles y por qué Washington los usa como arma geopolítica?
Según el Departamento de Comercio, los aranceles son tasas que pagan los productos extranjeros al ingresar a EE.UU., con dos objetivos: elevar su precio para favorecer a empresas locales y presionar a países competidores. El nuevo plan incluye un 55% a autos eléctricos chinos, 60% a acero mexicano y 45% a medicamentos indios, lo que según la Casa Blanca generará 2 millones de empleos. Sin embargo, economistas advierten que el consumidor final absorberá hasta el 78% de estos costos, según un estudio del Peterson Institute for International Economics.
El modelo se basa en la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, que permite imponer sanciones unilaterales por prácticas «injustas». «No es solo economía: los aranceles son herramientas para reducir la dependencia de China en tecnología crítica», explicó Katherine Tai, Representante Comercial de EE.UU. Ejemplo de ello es el veto a las baterías de litio asiáticas, clave para la transición energética.
Europa y Asia responden con contramedidas: la UE anunció aranceles del 30% a motores estadounidenses, mientras China amenazó con limitar exportaciones de tierras raras, minerales esenciales para chips y armamento. Paralelamente, empresas como Tesla y Pfizer evalúan trasladar plantas a Canadá y Vietnam para eludir barreras, según filtraciones de Bloomberg.
Expertos señalan que esta política revive estrategias de los años 80, pero con un giro tecnológico. «Los aranceles ya no son solo sobre productos: hoy se aplican a datos, algoritmos y propiedad intelectual», afirmó el analista geopolítico Ian Bremmer. El riesgo, advierten, es una fragmentación irreversible del comercio global en bloques antagónicos.
Fuente: Infobae